Llegue a mi hogar y empecé el sagrado ritual del vestuario, ritual porque me disculparan pero no es llegar y ponerse el equipo … primero porque no es equipo, es una tenida de trote , así entonces lo primero es seleccionar la camiseta, el polar, ver mis guantes, un cuellos térmico, el pantalón a usar , mi nuevo personal estereo y verificar si todos esta “ limpio y olorcito” ojala sin olor a detergente ya que ello te puede pasar la cuenta al momento de empezar a transpirar, esto y el vestirse es como el ritual de un torero que esta pronto a salir al ruedo.

Ya vestido, procedo a vendar uno de mis pies que manifiesta un dolor que no ha cesado desde abril y que se ha convertido en mi compañía permanente, a veces más intenso u otras imperceptible, sin embargo tú sabes con certeza absoluta que está allí y que podrá aparecer en cualquier momento.
Llega el momento de salir ya no existen vítores y algarabías en la puerta de mi casa al momento de salir ( ¡tu puedes! estamos contigo, cuídate, llevas el celular, el carnet, te hidrataste adecuadamente, te iré a dar una vuelta en el auto, etc. etc.), solo un ¡cierra la puerta que hace mucho frió y cuídate!… y así en la lejanía escucho... “!no vuelvas muy tarde!”.

Bien señalan que somos animales de costumbre y por cierto que en mi familia ya se acostumbraron ver salir a este animal 4 a 5 veces por semana a las 20:00 horas a trotar… cosa que todavía les cuesta comprender, más aún ahora en invierno con los fríos y las noches más largas (por cierto, salí el 21 de junio, solsticio de invierno, en homenaje a aquellos hombres sabios que le daban un sentido profundo al evento y que hoy importan un carajo)


Llegue a mi casa con el pie hecho bolsa, por cierto si haber corrido mis 15K y con un dolor que hoy me tiene cojeando, sé que no es nada óseo, así lo demuestran las radiografías, por tanto lo más probable es que sea una inflamación de algún músculo, me iré a dique seco algunos días, con antiinflamatorios para retomar nuevamente mi ritmo, probablemente la próxima semana.
Mi tenida de carrera, mi música, mis deseos, mis ansiedades, mis temores, mis pasiones y todo lo que llevo cuando enfrento un camino con mis zapatillas, tendrán que esperar; esta vez espero cuidarme, aunque ello conspire con este deseo casi compulsivo de correr, correr y correr de día, de noche, a media mañana, de madrugada, a cualquier hora y no parar, no parar jamás.
